«A nosotros nos cuesta concebir, y aún más aceptar, que una persona adulta y responsable no tenga prisa. La vida sin apresuramientos es para los niños, la gente de más de ochenta, los vagabundos y el Tercer Mundo. La prisa es la esencia de la ciudad, su propia alma. No existe civilización sin prisa, sin vida acelerada. Puede acechar invisible, desmentida por la pose indolente del holgazán en el bar o por el perezoso deambular del paseante a la entrada del hotel, pero la prisa está ahí, en los impresionantes motores de los aviones supersónicos (…) cruzando apresuradamente un mundo de ciudades donde no queda otro tiempo que el tiempo presente, cada segundo y cada décima de segundo y cada milisegundo y cada nanosegundo cronometrados, cada indicador avanzando siempre un poco más deprisa, cada la un poco más agudo… En esto no hay nada que hacer: no hay modo de dar un tono más agudo a los instrumentos del Valle, ni de abreviar en siglas sus instituciones, direcciones o nombres, ni de hacer que sus gentes aceleren su ritmo vital».
Ursula K. Le Guin
El eterno regreso a casa
Edhasa 1989
Siempre volviendo a casa se gestó en Barcelona, señora ciudad. Las primeras personas que escucharon estas canciones después de Susana y Javi, fueron probablemente Juan Carlos Roldán (Roldán) y Pablo Martínez Merino (Tan Low). Tal como yo los veo, ambos mantienen sus propios ritmos vitales, y casi nunca los he visto apresurarse. Igual son un poco del Valle. Seguir leyendo «Siempre volviendo a casa en el Juglar (I)»
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