Ella siempre estuvo ahí.
Su cuento comenzó antes de que yo naciera.
Su canto estaba ahí para otra gente
antes de que yo llegara.

Llegué completamente adolescente
para escuchar la historia de un mago
perseguido por su sombra
en una tierra donde el nombre verdadero
de una persona era un sonido poderoso.

Tu nombre verdadero, joven.
¿Habías pensado alguna vez en ello?

Después viajé varios años en busca de muchas cosas.
Y cuando estuve preparado llegué a la historia del Valle.

Para volver del viaje,
para volver a casa
justo a tiempo de algo.

A través de sus palabras
recibí unas canciones
como si fueran dones.
Aprendí que entregar es
posiblemente
más seguro que conservar.

Después recibí las historias
de Rocannon, de la CIudad de Ilusión,
de un mundo que se llamaba a la vez Bosque y Madera,
donde el sueño es más real que la vigilia
y cuando un hombre es capaz de traer algo
del sueño a la vigilia, se le considera un dios,
durante un tiempo.

Y la canción de Lavinia, nieta de Fauno,
la que escuchó al poeta en sueños
y conoció su destino…

Úrsula tejía palabras sobre papeles:
textos para abrigar la mente,
para que los pensamientos trepen
y encuentren luz,
para que los espíritus
tengan anhelos y esperanza,
para construir conciencias.

Ya no podré visitarla como una vez imaginé.
Pero se que aún quedan cuentos por contarme,
cuando esté listo para llegar a ellos,
que seguirán estando aquí cuando yo muera
sus palabras, sus gentes, su canto con el mío.

Álvaro Barriuso

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PS: Si esto fuera el Valle, si fueramos la gente Kesh, estaríamos cantando las canciones para ir al oeste hacia el amanecer. Le estaríamos cantando:

La cuarta canción

No mires atrás.
Estás entrando.
Lo estás logrando.
Estás llegando. 
La luz creciendo. 
Aquí está oscuro. 
Mira adelante.

La quinta canción

Las puertas de las Cuatro Casas
están abiertas.
Ciertamente están abiertas


canciones extraída de "El eterno regreso a casa" de Ursula K. Le Guin
Edhasa 1989

 

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